Cervezas y brujas

De cómo los rumores convirtieron a las maestras cerveceras en brujas

Autor: Anita Cufari

Mujeres cerveceras

Si te digo “piensa en una bruja”, ¿qué imagen te viene a la cabeza? Posiblemente tu mente te lleve al típico disfraz de Halloween o a los cuentos infantiles: una mujer adulta vestida de negro, con su sobrero alto de forma cónica, subida a su escoba, preparando algún brebaje en un caldero y acompañada de su gato.

Espera, espera, espera… ¿Pero esas no eran las típicas maestras cerveceras que hacían la cerveza en la Edad Media? Así es. Hoy hablamos de cómo los rumores de brujería acabaron con las mujeres cerveceras.

 

El fin de las brewess

Durante siglos, las mujeres fueron las encargadas de preparar la cerveza para su familia y pequeña sociedad. Era parte de sus tareas domésticas, ya que estaba relacionada con el cuidado y alimento de sus allegados.

Sin embargo, hacia la Edad Media, con las guerras, muchas de esas mujeres cerveceras fueron quedándose viudas o solteras. Fue ahí cuando esas mismas mujeres salieron a vender los excedentes de la producción casera de esas bebidas que preparaban. Y con las ganancias… pues podían salir adelante.

En los registros públicos de la Inglaterra medieval, hay evidencia de que algunas mujeres tenían el oficio de “alewife” (tabernera / cervecera), “brewsters”, “brewess” y otras como “witch” (brujas). Y eran muchas. En el libro de cerveza Ale, Beer, and Brewsters in England: Women’s Work in a Changing World, 1300-1600, cuentan que los pueblos ingleses de Brigstock y Yorkshire, casi un tercio de la población femenina elaboraba cerveza con fines de lucro. Ahí es nada.

Todo iba bien para el negocio, hasta que la competencia fue muy dura y dejaron de ganar dinero los que manejaban todo. Si lo piensas, esas mujeres campesinas que elaboraban cerveza empezaban a arrebatarle el negocio a las abadías. Esto no gustó nada ni a los burgueses ni al clero.

¿Y cómo frenas a la competencia? Lo primero, otorgar licencias de elaboración que solo podían estar a nombre de hombres. Sin embargo, muchos esposos se hicieron con el permiso, aunque ellas seguían encargadas de la elaboración. Para viudas o solteras todo se complicó. Y eso que el problema solo acababa de empezar.

Mujeres cerveceras

¿Cómo identificar a una bruja cervecera?

Sorteados todos los inconvenientes, había que vender esas cervezas caseras. Lo más normal era hacerlo en casa o en el mercado del pueblo. Y ¿cómo se promocionaban?

Muy simple. Aquellas que comercializaban su cerveza artesanal en sus hogares, colocaban una señal en la puerta para avisar a los que pasan por allí que en ese momento había cerveza lista para beber. Los carteles de neón no eran de la época, así que tenían que usar un código común: por ejemplo, ramas de lúpulos o escobas. Que tampoco pienses que son como las que tienes ahora en casa, en ese momento la escoba era un palo con unas hierbas atadas a su extremo.

Lo de conocer el poder de cada hierba siempre ha sido cosa de curanderas y brujas. Esas mismas que, montadas en sus escobas, daban saltos entre los campos como ritual para pedir buenas cosechas de hierbas. La cosa es que cuanto más alto saltaban, más posibilidades de que surgieran buenas plantas. Esta costumbre rural estuvo vigente durante muchísimos años.

Pero no solo se vendían en la casa; había que salir al mercado del pueblo. La Edad Media y la Moderna fueron épocas de caballeros y mujeres ataviados con sombreros cónicos. Diferenciarse en la muchedumbre era complicado. Y así como ahora en los estadios están estas personas con mochilas de venta rápida de bebidas, también ellas se movían que con sus sombreros altos. Super identificables para saber dónde estaban las cerveceras.

Las que tenían un puesto, se instalaban con sus calderos a preparar sus cervezas. No faltaban los gatos para mantener alejados a los ratones que se comían los cereales.

Hasta aquí, el folklore local parecía inofensivo. Sin embargo, en las abadías, donde se guardaba celosamente el secreto de las cervezas, el creciente negocio de estas brujas también dañaba el arca de los monasterios. De la persecución a la hoguera solo había una acusación de por medio. Eso sí, tenía que ser más o menos lógica para quien estableciera sentencia. Astuta manera de eliminar a la competencia.

Conocimiento del poder de las hierbas, calderos, sombreros, gatos, escobas… Y el negocio de las cerveceras estaba haciéndole sombra al de abadías y burgueses. Así que comenzaron a desprestigiarlas, haciendo correr el rumor de la dudosa reputación de esas mujeres y sus brebajes.

 Enseguida, el cotilleo iba de que en esos calderos, con esas hierbas, se hacía algo más que cerveza; y que la magia negra era parte de su receta secreta… En plena época de la inquisición, esto hizo saltar todas las alarmas logrando que el clero las pusiera en el punto de mira.

Pronto, las maestras cerveceras fueron acusadas de brujería. Y el negoció se fue acabando. Tal fue el “éxito” de esa campaña difamatoria que, a día de hoy, la simbología que hoy relacionamos con las brujas tiene mucho de esas maestras cerveceras. Aquí la explicación:

  • Mujer adulta, vestida de negro, con sombrero alto: ¿a que se parece a la típica viuda de la época medieval yendo al mercado, haciéndose ver para que le compraran su cerveza?
  • Conocimiento de los poderes” de las hierbas: desde siempre, las plantas fueron usadas como medicina. Un saber muy apreciado que se trasladaba entre generaciones y que no todos entendía. En época donde lo “mágico” era sospechoso, siempre era motivo de especulaciones. Y como la producción de cerveza requería estas mismas habilidades, no sería difícil confundir a una mujer cervecera con una bruja.
  • El caldero burbujeante: no eran ni más ni menos que los recipientes donde ellas preparaban el mosto.
  • Gatos merodeando: eran los típicos animales de compañía que servían para mantener a roedores alejados de los granos de cereal.
  • Las escobas como medio de transporte: como te conté, subidas a ellas, hacían un ritual en los campos como augurio de buenas cosechas.
  • Las escobas en las puertas: pura promoción del negocio hogareño. Recuerda que la escoba (alestake) no era tal como la conocemos hoy. Era más bien un poste largo con ramas atadas en uno de los extremos, queue estas “brujas cerveceras” colocaban en la puerta de sus casas para avisar que había cerveza lista para consumir.
  • Estrellas de seis puntas: durante la peste negra, donde se sospechaba de todo, tomar cerveza era cuestión de vida o muerte. Al fin de cuentas, la higiene no era la de hoy en día y el agua podía estar contaminada. La estrella de 6 puntas se usaba como símbolo de elaboración de la cerveza. Cada vértice representaba el secreto de las buenas birras: malta, granos, agua, lúpulo, levadura y el maestro cervecero. Claro que, después, se relacionó con el satanismo.

Así que tal vez, ese disfraz de bruja que ves en Halloween represente a las antiguas maestras cerveceras que un día fueron las reinas de las burbujas.

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