Sopa de cebolla con cerveza

Pasar el invierno se hace mucho más manejable cuando al llegar a casa, con los pies y las manos frías, te espera una olla humeante, que huele dulce y profunda, y que además lleva queso fundido por encima. 

La sopa de cebolla es uno de esos básicos que no pueden faltar en el recetario de cualquier cocina. Con un ingrediente que siempre tenemos en casa y un poco de caldo, se puede preparar una verdadera maravilla, del nivel de muchos restaurantes clásicos. Un formato muy común la presenta en un recipiente cerámico cubierta por una costra de hojaldre cocinada al horno. Nos vamos a alejar un poco de ese emplatado francés y haremos algo más apañado: tostadas de pan bueno gratinadas con queso.

De la misma forma sustituiremos el vino blanco por una cerveza con cuerpo, tostada, que le aporte sabor y fuerza, como la Ambar Export. 

Aunque parezcan muchas cebollas, luego reducen, cocinándose en sus jugos y caramelizando poco a poco sus azúcares. Queremos que se haga a fuego lento, sin que llegue a tostarse, para que luego no nos quede con aromas quemados. Si se quisiera una sopa algo más espesa puede hacerse un roux antes de añadir el caldo. En la propia olla, apartando un poco la cebolla, se añade una cucharada de mantequilla y otra de harina, se remueve bien durante 2-3 minutos y se añade el caldo. 

Dificultad: ninguna, un poco de paciencia picando la cebolla