ESTILOS DE CERVEZA: MANUAL CERVECERO PARA PRINCIPIANTES
NOCIONES BÁSICAS PARA ORDENAR EL MUNDO CERVECIL
Lejos quedan los tiempos en los que un despreocupado caballero o una sedienta señorita entraban en un bar y pedían a la ligera “una caña, por favor”. Hoy tenemos infinidad de deliciosas variedades y estilos a nuestro alcance, con curiosos nombres, distintos ingredientes y dispares procedencias. Como aprenderse tantas birras diferentes de golpe puede ser un poco abrumador, vamos a intentar en este artículo ponértelo fácil y agruparlas por familias. Luego, ya sabes, probar y repetir de lo que más te guste.
IPA, APA, Saisons, Stouts, Porters, afrutadas, ahumadas, de abadía… es difícil, por no decir imposible, saber con exactitud cuántos estilos de cerveza existen en el mundo, ya que existen distintos criterios para agruparlas. El mejor intento de unificarlos está basado en el libro de Michael Jackson (no ese Michael Jackson) “La Guía Mundial de la Cerveza”, publicado en 1977, aunque otros autores, asociaciones y certámenes de premios aportan distintas variantes.
¿Qué define un estilo de cerveza?
Podría ser la procedencia: Inglaterra, Estados Unidos, Bélgica… o los ingredientes: básicamente si están hechas a base de trigo, de cebada. Pero a efectos de ir a lo más básico, vamos a quedarnos con una tercera clasificación: el tipo de fermentación, que puede ser a alta temperatura, a baja temperatura o de fermentación espontánea.
Tinos de fermentación abierta en nuestra fábrica de San José.
Las de alta temperatura, entre 15º y 25º, se conocen como Ales, se sirven tibias, son originarias de Gran Bretaña y hasta la llegada de las Pilsen fueron las indiscutibles reinas de las cervecerías de todo el mundo, aunque siguen siendo muy populares sobre todo en Inglaterra y Bélgica. En general suelen tener alta graduación alcohólica y sabor complejo. Dentro de esta categoría podemos encontrar la India Pale Ale o IPA, con mucho sabor a lúpulo; las de abadía o trapenses, que se elaboraban tradicionalmente en conventos belgas y se caracterizan por su sabor potente; la Stout, amarga y elaborada con malta de cebada tostada; la Porter, mezcla de la Pale y la Brown Ale, con mucho cuerpo o la Barley Wine (vino de cebada) que se puede añejar más de 25 años y se bebe a sorbos lentos para apreciar todo su carácter.
Las que fermentan a baja temperatura, entre 4º y 9º, se conocen como Lager, se sirven frías, proceden de Alemania (“lager” significa “almacén o bodega” en alemán), son más suaves y populares sobre todo en Europa central. Entre los estilos más populares en esta categoría encontramos la Bock, típicamente germana y bastante fuerte; la Dark, de color oscuro; la Pale Lager, más clara y con menos lúpulo y por supuesto, la Pilsener, que es la que te sirven en los bares españoles en el 99% de los casos cuando pides una caña. Esta cerveza es originaria de la ciudad de Pilsen, en la República Checa, y fue creada por un joven cervecero en 1842 que dio con una versión de la lager más suave y dorada que pronto se hizo inmensamente popular en toda Europa.
EN LAS CERVEZAS DE FERMENTACIÓN ESPONTÁNEA, ESTE PROCESO SE PRODUCE DE MANERA NATURAL, SIN NECESIDAD DE INTRODUCIR LA LEVADURA EN EL MOSTO
Finalmente, están las cervezas de fermentación espontánea, en las que la fermentación se produce de forma natural, sin necesidad de introducir la levadura en el mosto. Su origen está en la ciudad belga de Lembeek, de ahí que se las conozca también como Lámbicas, suelen ser ácidas y a veces se les añaden frutas. No las encontrarás en todas partes pero no viene mal que te quedes con un par de estilos para investigar: las Gueuze, que reconocerás porque vienen embotelladas de forma similar al champán, y las Kriek, con sabor a fresa, frambuesa, melocotón…
En resumen: ¿de verdad importa cuántos estilos haya? Para un juez de una competición cervecera, puede ser importante. Pero para el bebedor de cerveza estándar, no mucho en realidad. Aunque como bien sabes, el saber no ocupa lugar, y familiarizarte al menos con las Ales y las Lager nunca está de más.
A partir de ahí, explora, investiga y sobre todo, disfruta –con moderación– de la cerveza que elijas.
¡Salud!