Política y Cerveza
Historia de un matrimonio bien avenido
A priori, ‘cerveza‘ y ‘política’ no son dos palabras que suelan ir de la mano, pero como vas a leer a continuación, en realidad tienen bastante que ver y han ido a través de los años en ocasiones de la mano.
Ambas llevan entre nosotros miles de años. En el caso de la política, el término fue ampliamente utilizado en la antigua Grecia a partir del siglo V antes de Cristo, en especial gracias a la obra de Aristóteles titulada precisamente con ese nombre. No ocurre lo mismo con la cerveza en la Antigua Grecia. En cuanto a la cerveza asegura que aunque se han encontrado restos de esta bebida en China hace 7.000 años, el origen se sitúa más atrás, ya que la cultura del uso de cereales en la cerveza tiene por lo menos 19.000 años.
Pese a tantos siglos de convivencia, el nexo de unión entre ambas es bastante reciente. Uno de los últimos ejemplos lo vivimos en Francia, con el lanzamiento del partido llamado Le Parti de la Bière. Se trataba de un movimiento que comenzó como una broma pero que acabó planteando problemas serios sobre la precariedad en el país de la industria cervecera.
Como una canción en cambio nació en Austria el Bierpartei, literalmente el Partido de la Cerveza, que en las últimas elecciones administrativas de Viena obtuvo un notable 2% de los votos, consiguiendo varios escaños en las distintas zonas de la capital de Austria.
Todo comenzó cuando Marco Pogo, cantante de la formación de punk rock Turbobier, escribió un tema que llevaba por título el nombre del futuro partido. Pero su letra se acabaría convirtiendo en una campaña electoral en toda regla, que fue ganando el apoyo de la gente. ¿Cuáles son sus demandas? La instalación de una enorme fuente de cerveza en la capital austriaca o la distribución de 50 litros de cerveza por habitante. Parece razonable.
Pero para comprobar lo lejos que ha llegado la política mezclada con la birra, tenemos que remontarnos hasta los inicios de los 90, en los primeros años tras la caída del comunismo en la antigua Unión Soviética. Entonces cuando un joven estratega político, Konstantin Kalachev, decidió brindar con cerveza por su tristeza al no ser elegido para el Parlamento. Haciendo cola para comprarla, se encontró con Dmitry Shestakov, un amigo suyo que también se había presentado como diputado y había fracasado. Los dos estaban bebiendo birra en el apartamento de Kalachev y se dieron cuenta de que, en su opinión, no había ningún partido político decente en Rusia y decidieron que solo merecería la pena votar a un partido de amantes de la cerveza.
¡Eureka! Kalachev, aun bebiendo cerveza, decidió escribir a todas las agencias de noticias del país para informarles de que se había creado el Partido de los Amantes de la Cerveza en Rusia. Al día siguiente era noticia nacional. Creado oficialmente en diciembre de 1993, el PAC, a pesar de su divertido nombre, parecía tener una agenda seria y según su programa defendían «los derechos humanos, incluido el derecho a beber cerveza y el derecho a no beberla».
Su éxito fue instantáneo: se sumaron a sus filas nombres muy conocidos del país y recaudaron 300.000 dólares para la campaña a las Elecciones de 1995. Llegaron a tener 50.000 miembros. Parecían imparables. Como era de esperar, su ‘campaña’ estuvo llena de anécdotas divertidas, como el envío de una caja de cerveza a Yeltsin o como cuando intentaron convencer a Mijaíl Gorbachov de que la cerveza era el mejor medio para volver a unir los países postsoviéticos. Pero finalmente tan solo obtuvieron unos 430.000 votos, un 0,62% del total, y se quedaron sin representación política.
Pero si esto te parece curioso, no podemos dejar de reseñar el éxito menos conocido aún del Polska Partia Przyjaciół Piwa, o Partido Polaco de los Amantes de la Cerveza, fundado en 1990.
Sus ideales en aquella época se vieron como un símbolo de la libertad de asociación y de expresión, de la tolerancia intelectual y de un mayor nivel de vida. Quizá por eso el PPPP obtuvo ¡16 escaños! en el Parlamento. Aunque el partido acabó dividiéndose en facciones más pequeñas y acabó pronto en el olvido.